POR DANIEL BRAVO ANDRADE
«EL 80% DE LA RAZÓN PARA UNA CONSULTA MEDICA ES EL DOLOR»
El dolor ha sido explorado, estudiado y pensado desde campos tan diferentes como la filosofía, la psicología y la medicina. La constante, en general, suele ser la misma: nadie quiere sentirlo, y quien lo hace, se queja.
Parte de la concepción de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) podría estar dentro del campo filosófico: “El dolor es siempre subjetivo”, dicen, pero esto no impide que pueda ser un fenómeno medible y estudiable por la ciencia.
En términos de duración, la medicina considera que el dolor puede dividirse en dos categorías distintas: el agudo, que es puntual y suele estar relacionado a una lesión particular, y el crónico, que es recurrente y se extiende sobre periodos de meses. Aunque otras fuentes consideran clasificaciones distintas, la IASP estipula que debe ser de más de tres meses de duración para considerarse como crónico.
Con información del 2014 y publicado en 2016, la más reciente investigación de la Asociación Colombiana para el estudio del dolor (ACED) analizó la prevalencia de este tipo de dolor sobre el país, su impacto en la vida de las personas y la forma como es tratado.
El estudio, ejecutado por Datexco y analizado por las anestesiólogas Aura Marixa Guerrero y María Patricia Gómez, reunió información de 1.583 personas de 11 ciudades del país.
Entre los múltiples resultados llamativos están que el 46 % de las personas afirmó sufrir un dolor crónico —de más de tres meses de duración—; que el 41 % reportó una intensidad severa y el 39 % moderada; y que el 30 % aseveró no haber recibido algún tipo de tratamiento para este.
¿Dónde le duele a la gente?
La localización del dolor crónico de los encuestados es en su mayoría osteomuscular (64.5%), a la que le siguen craneofacial (23.3 %), abdominal (7.8 %), en pecho y tórax (3.3 %) y otros, con menores porcentajes.
“La prevalencia del dolor osteomuscular en ese grupo de edades (más del 50 % de los encuestados tenía más de 46 años de edad) en nuestro país es similar al resto del mundo”, dice el Dr. Alejandro Upegui, médico anestesiólogo y coordinador de la especialización en anestesiología de la UPB. Añade que sumada a la edad, las razones pueden estar asociadas a un estilo de vida sedentario y a que este tipo de dolores van aislando a las personas de forma progresiva: “como me duele no camino, como me duele no hago ejercicio, etcétera”, explica.
Las principales características del dolor crónico colombiano son que se incrementa al moverse o realizar actividad física (63.7 %), que es punzante (52.5 %) y que se siente como algún tipo de presión (50.5 %). Y, si bien el 94.5 % de la gente dijo que su tratamiento para este era a base de medicamentos, porcentajes considerables de personas afirmaron recurrir a remedios caseros (45.5 %) y medicinas alternativas (29.7 %) para aliviar su dolor.
Upegui añade que “muchos pacientes terminan su visita por dolor donde el médico general”, cuando en ocasiones puede ser necesario un especialista. “Esa condición de tratamientos múltiples puede obedecer a malos manejos del servicio médico”, dice.
Otro de los resultados del estudio que llama la atención es el 30 % que dijo no haber recibido tratamiento alguno. Para considerar, la investigación recopiló el 48 % de sus datos de un estrato socioeconómico bajo, el 45 % del medio y el 7 % del alto.
Por otra parte, Upegui consideró que “cuando se evalúan las dificultades en los procesos en atención en salud hay tres elementos para definir por qué no se recibe la atención adecuada: el desconocimiento frente a quién se debe consultar, las dificultades en condiciones económicas o de desplazamiento par asistir a una consulta y que no se le preste la atención necesaria o adecuada. Una persona con menores posibilidades económicas podría tener dificultades en cualquiera de las tres”.
Otras consideraciones
El dolor tiene un componente emocional. El último apartado de la investigación analizó cómo este dolor afectaba distintas esferas de la vida de las personas. En él se pidió a los encuestados que calificaran de uno a cinco (uno: nada, cinco: mucho) este aspecto.
El trabajo fue el campo más perjudicado por el dolor (tanto agudo como crónico), donde el 34.8 % respondió que el grado de afectación estaba entre cuatro y cinco. Entre quienes lo sufren de forma crónica, el 32.5 % dijo haber estado incapacitado alguna vez por la problemática en cuestión, y en ese grupo el 72.7 % indicó que esa incapacidad había sido de 1 a 10 días de trabajo.
Otros aspectos como el emocional o las horas de sueño también se vieron afectados, donde el 34.1 % y el 33.3 % (respectivamente) de las personas dijeron que había sido afectado de forma muy importante o importante.
Las menos afectadas en esta materia fueron la vida sexual y el autocuidado.
“Diferentes estudios indican que el dolor no controlado tiene una connotación negativa en la calidad de vida de un paciente, y no le permite desarrollar sus actividades de forma óptima”, refiere González.
Para Upegui, el asunto podría ir más allá, pues hablar de que la sexualidad se vea afectada puede generar resistencia. Si bien “un porcentaje importante de la población está en una edad donde estas otras esferas vienen en declive, hace falta mirarlas con profundidad”.
Vargas destaca la importancia de la educación, formación y divulgación en este aspecto. «Por ejemplo, los analgésicos comunes, que se pueden conseguir en cualquier estantería de supermercado, NO SIRVEN para el TRATAMIENTO ADECUADO DEL DOLOR CRONICO: las personas NO DEBERIAN DE TOMAR MAS DE 5-6 DIAS estos medicamentos. Y SIN EMBARGO, LO HACEN»
Los expertos destacan la importancia de asuntos como el autocuidado, un diagnóstico adecuado y evitar a toda costa la automedicación. El dolor crónico es un asunto con componentes físicos, psicológicos y químicos. El dolor puede tener, día a día, una repercusión en quienes somos”.