www.stanfordhospital.com, publicado en Abril de 2008.
Fue en 2008 cuando James McGillicuddy no recibió las buenas noticias. 3 años después de llegar a Stanford como uno de los mejores prospectos de fútbol de la escuela secundaria de la nación, estaba estado por un largo tiempo sentado en el banco por un desgarro de tendón que, incluso después de 2 cirugías, persistía como dolor constante. Más cirugías no ayudarían, le dijeron sus doctores, pero tenían una última opción para ofrecerle.
6 meses más tarde, el entrenador de fútbol de Stanford está llamando a McGillicuddy «el niño del regreso». El liniero ofensivo de 6 pies 3 pulgadas, 300 libras de peso, ha participado en la práctica de la primavera «sacando jugadores hacia fuera en base a su fuerza,» por primera vez en su carrera colegial. El agregó: «El tendón se siente genial».
El pasaporte para traer a McGillicuddy de vuelta al campo de juego fue un procedimiento desarrollado por el Dr. Allan Mishra de Stanford Hospital’s Menlo Clinic. Su investigación, publicada en 2006 en el American Journal of Sports Medicine, lo ha convertido en una figura activa en el estudio y el uso de PRP – Plasma Rico en Plaquetas. La investigación de Mishra se centró en el PRP como una ayuda para la curación – sin cirugía- “de tendones débiles dolorosos, alrededor del codo, conocido por millones como codo de tenista.
Pero el PRP se puede utilizar en otros tendones también. En el caso de McGillicuddy, su tendón rotuliano, de su rodilla, se había deteriorado tanto que ni siquiera podía sentarse ómodamente. Sus entrenadores no le daban mucha oportunidad de volver a jugar al fútbol. No creían que su tendón reparado quirúrgicamente se mantendría, a pesar del año de descanso que le habían dado después de la segunda cirugía. McGillicuddy había hablado con su padre, un neurocirujano. «En este momento,» dijo McGillicuddy, «mi papá me dijo como, ‘Ya no tienes nada opciones. Ve a ver si funciona.»
Mishra tomó 2 tubos de sangre de McGillicuddy, la puso en una centrífuga para separar unos 2 ml de PRP y luego lo inyecó³ en el tendón del joven. El proceso aumentó el nivel de plaquetas más de 5 veces en comparación con la de la sangre total. Esas plaquetas llevan factores de crecimiento que estimulan la regeneración celular y reclutan otras células para reparar el área enferma.
Lo que excitó a Mishra fue el potencial del PRP para ayudar a los atletas jóvenes como McGillicuddy, que suelen llevar su cuerpo a los límites, así como a los adultos mayores, cuyas articulaciones se desgastan debido al uso por algunas décadas. El PRP, dijo Mishra, «este es un gran avance de la revolución en ortopedia, nos estamos alejando de las placas y tornillos y aprendiendo a usar la propia capacidad del cuerpo para sanar».
El PRP no es solamente que cuesta una pequeña fracción de lo que cuesta una cirugía, sino que también acelera el tiempo de recuperación. Su biocompatibilidad incorporada significa la posibilidad de que existan escasísimos efectos secundarios que con un producto farmacéutico fabricado. «Todo este producto es de tu propio cuerpo – no es algo que tenemos que preparar en un laboratorio», dijo Mishra.
Esas características están convirtiendo rápidamente al PRP en un producto científico exitoso. Su potencial, dicen los proponentes, podría ir desde aplicaciones en la reparación de huesos, ligamentos, cartílagos y nervios, ya sea por sí sola o como un complemento en una amplia variedad de cirugías.
«El PRP muestra convertirse en una gran promesa tanto para el tratamiento de las afecciones musculoesqueléticas crónicas como un complemento para acelerar la curación en lesiones agudas», dijo el Dr. William J. Maloney, Presidente del Departamento de Cirugía Ortopédica del Stanford Hospital & Clinics y Profesor de Cirugía del Elsbach-Richards.
El Dr Mishra junto con el Dr. Jason Dragoo del departamento de Medicina Deportiva en Stanford están desarrollando ensayos clínicos prospectivos bien diseñados para determinar mejor las indicaciones para su uso.
Mickey Napp estaba muy temerosa de cualquier cirugía cuando fue al Dr. Mishra por su codo que estaba tan adolorido que no podía levantar una taza de té. Una vez más, los médicos que ella había visto anteriormente le habían recomendado cirugía. Pero uno de ellos le habló del trabajo de Mishra.
«Pensó: Voy a intentarlo. No me impedirá realizar la cirugía posteriormente, en caso de que no funcione, porque es sólo mi propia sangre, así que ningún ingrediente extraño va a entrar en mi cuerpo «.
El costo total del procedimiento es muchas veces menor que una cirugía y el tiempo de recuperación mucho más corto.
Hoy, con 60 años, y todavía físicamente muy activo, Mickey Napp bromea sobre que su brazo tratado con PRP es realmente más fuerte que el que nunca se ha lesionado.