«La presencia de dolor en múltiples enfermedades es considerada y aceptada en la actualidad como un sufrimiento innecesario, inútil, que en muchas ocasiones es responsable de un aumento de la morbilidad, de una prolongación de la estancia hospitalaria y de fuente de trastornos psicológicos importantes que precisan atención y tratamiento médico especializado. De ahí se deduce que se tiene que tratar y podemos afirmar que, en la mayoría de casos, se puede controlar ya que disponemos de fármacos, técnicas y profesionales entrenados en éste campo”. Así lo señala la doctora Mercedes Mozas, de la unidad del Dolor de la Clínica IMQ Zorrotzaurre.
Según afirma la profesional de IMQ, el dolor es la manifestación que origina la mayoría de las consultas médicas, siendo el paracetamol el segundo fármaco más vendido en España en 2013 (supone el 3,8% de ventas totales de fármacos con 32 millones de envases), según se indica en el Informe anual del Sistema Nacional de Salud 2013.
Durante los últimos años, el interés por tratar y aliviar el dolor “se ha intensificado” tanto en las comunidades médicas como en las no médicas. “Es probable que este interés se deba a varios factores. Por un lado, el progresivo aumento de la esperanza de vida de la población ha llevado a una mayor presencia de cuadros dolorosos crónicos, de forma que más del 80% de las personas mayores de 55 años tienen evidencia radiológica de osteoartrosis y un 50% sufrirá dolor osteoarticular. Por otro lado, se ha objetivado una mayor demanda de los cuidados sanitarios por parte de la población en general”, explica la Dra. Mozas de IMQ Zorrotzaurre.
Dolor crónico frente a dolor agudo
La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) define el dolor como «una sensación emocional desagradable asociada a un daño tisular real o potencial descrito en términos de dicho daño». En otras palabras, “el dolor es el resultado de un proceso inteligente de la conciencia con una extraordinaria plasticidad y no solamente una respuesta pasiva del cerebro a un estímulo externo”.
A diferencia del dolor agudo, el crónico no se considera un síntoma, sino una enfermedad con entidad propia, que ha sobrepasado los 3-6 meses de duración y ya no tiene un objetivo beneficioso para el paciente de “aviso” de algún problema de salud. “El dolor crónico puede persistir en el tiempo sin lesión aparente o más allá del tiempo que se hubiese esperado para dicha lesión; no tiene función de protección como aviso para el individuo y con frecuencia se asocia a variaciones de los hábitos personales, familiares, sociales y laborables del paciente así como a alteraciones emocionales”, explica la experta de la Clínica IMQ Zorrotzaurre.
Contra ello, el objetivo de las unidades de Dolor “es básicamente aportar tratamientos, fundamentalmente técnicos, que mejoren la calidad de vida de los pacientes con dolor crónico intentando que recobren al máximo su vida normal”.
Tipos de dolor
A la unidad de Dolor de la Clínica IMQ Zorrotzaurre acuden pacientes con dolores de tipo nociceptivo (mecánicos) y de tipo neuropático (dolores trasmitidos por los nervios, eléctricos), estudiados previamente por el especialista correspondiente, ya tratados sin éxito con métodos convencionales (generalmente farmacológicos) y habiendo descartado que no sean candidatos a un tratamiento etiológico (es decir, tratamiento del origen de su dolor). “En estas circunstancias realizamos en consulta una valoración del tipo de dolor, las limitaciones que supone al paciente y las posibilidades terapéuticas y proponemos la opción de tratamiento técnico que pensamos será más adecuado”, explica la experta.
“Dado que la patología que más frecuentemente vemos en nuestra unidad es el dolor crónico de espalda, generalmente del área lumbar (cerca de 3 de cada 4 pacientes que acuden a nuestro centro), los bloqueos tanto con fármacos como con técnicas de radiofrecuencia en éste área suponen el día a día de la unidad de dolor, generalmente con resultados satisfactorios en un alto porcentaje de pacientes” señala la doctora Mozas.
Los dolores perineales, la fibromialgia, las neuralgias de distintas áreas del cuerpo, las cefaleas… “son dolores de difícil tratamiento, pero en los que en muchas ocasiones podemos ayudar al paciente de manera muy significativa”. Para ello se realizan tratamientos locales, intravenosos, en el hospital de día de la Unidad, estimulación de nervios, bloqueos musculares con distintos fármacos, etc.
Otra patología habitual en la unidad es el hombro doloroso “para el que tenemos un protocolo de tratamiento que nos permite proporcionar un alivio muy importante y en ocasiones completo de los síntomas”.
El coste millonario del dolor
Por último, “si tenemos en cuenta que el dolor supone un gasto social aproximado de un 2% del producto interior bruto (PIB) de las Administraciones públicas, en Euskadi, con un PIB en 2015 de 65.942 millones de euros, las situaciones dolorosas en nuestra comunidad el año pasado supusieron un gasto superior a 1.300 millones. Así, un tratamiento óptimo del dolor, además de mejorar la calidad de vida del paciente y de su entorno, reduciría sustancialmente los costes sociales derivados”. Dentro de este 2% del PIB se incluyen gastos de personal sanitario, de Instituciones sanitarias, medicamentos, radiología, laboratorio, ortopedia, traslado de pacientes, gastos administrativos y absentismo laboral. Por esto, a día de hoy, “el tratamiento del dolor es una prioridad sanitaria, fundamentalmente el dolor crónico”.