Lo conocí hará cosa de un par de años. La tarde anterior yo había estado en un programa de radio muy escuchado, hablando sobre nuestros tratamientos para el manejo de las hernias lumbares. La persona en cuestión es hermano de un distinguido periodista, e inmediatamente me escuchó hablar, se interesó en el tema, y pronto hizo la cita para verme en la oficina.
Un par de días después, se presentó este señor, me recordó donde me había escuchado y de parte de quién venía. Le pregunté el por qué de su visita, me contestó que: tenía dos (2) hernias lumbares. Nuevamente pregunté que desde hacía cuánto tiempo le dolía. A lo que respondió: «Yo nunca he tenido dolor». Me comentó que era profesor de pilates y de yoga, que bajaba y subía escaleras y que llevaba una vida normal. Le hice un examen físico completo y no manifestó la mínima molestia a las distintas maniobras.
Le dije: «y entonces, qué hace usted aquí?». Respondió: es que como usted dijo hace dos días que usted trataba las hernias, yo vine a que me tratara las mías…me sonreí, y luego de una pausa le contesté, bueno yo no trato las hernias, yo trato el dolor de las hernias.
Me despedí diciéndole que lo que él tenía era un hallazgo fortuito de unas imágenes, pero que si eso no le impedía en nada hacer una vida normal, hasta el punto de no tener dolor incluso al enseñar pilates y adoptar posturas de yoga, que siguiera viviendo y que fuera feliz; pero que si alguna vez esas «hernias» le empezaban a dar problemas, yo estaría allí esperándole.
Hay que tener cuidado con lo que se dice, y con lo que los demás entienden que se ha dicho.
Juan Carlos Vargas